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Aitor Arregi, del césped a estrella Michelín en la cocina

(Por Alberto Álamos)

El exjugador del Alavés, Eibar y Villarreal tiene una estrella Michelin en su restaurante Elkano de Getaria. Apodado el ‘Príncipe del Rodaballo’ cuenta cómo fue su paso del fútbol a la cocina.

Aitor Arregi (Getaria, Guipúzcoa, 11-1-1971) iba para ingeniero más que para futbolista. Se divertía y lo hacía bien en la banda izquierda del Elgoibar y en esas llegó el Alavés y la prueba de seis meses se convirtió en once años de carrera como futbolista profesional. Los libros de ingeniería se llenaron de polvo por los entrenamientos, las concentraciones, los viajes y los partidos. Pero lo que no perdió Aitor fue su buen diente y su buen gusto culinario. Le venía de familia. Su padre, Pedro, había fundado el restaurante Elkano en 1964. Y allí, con su abuela cocinando, se crió Aitor. Casi el mismo tiempo entre fogones que jugando a la pelota en la playa.

Aitor hizo carrera en el fútbol. Elgoibar, Alavés, Eibar, Villarreal, Elche y Burgos. Más de 250 partidos, un ascenso con el Alavés y dos con el Villarreal, para el que se define como “un soldado del fútbol”. Tiempo antes de retirarse (2002) en el Burgos, ya se había marcado una hoja de ruta y tenía decidido cuándo y cómo diría adiós al fútbol para centrarse en el negocio familiar. Delantal y cocina junto a su padre, el hombre que más le ha marcado y al que homenajea diariamente en Elkano. A Pedro ya le habían bautizado como el ‘rey del rodaballo’ por su exquisita parrilla y Aitor, como no podía ser de otro modo, es hoy el ‘príncipe del rodaballo’. Los títulos que no le brindó el fútbol se los ha dado su maestría en la cocina. En su Elkano brilla una estrella Michelin y él se ha convertido en un referente en la cocina española y entre los cocineros. Quizás, mucho más difícil que ser ingeniero.

Aitor reconoce que él siempre ha pensado en el después del fútbol: “El volumen económico no es el de antes. Yo tenía claro que después del fútbol tenía que haber algo más. Depende de la situación individual porque si uno ve resuelto ese espacio de futuro quizás no se replantea las cosas”.

Como casi todos los que han pasado por el fútbol profesional, Arregi ha visto y vivido situaciones en las que compañeros de profesión lo han pasado mal económica y personalmente cuando se acaba el fútbol, sobre todo en las categorías más precarias. “Claro que he visto casos. En la vida se puede truncar todo. Por eso es importante formarse, pero sobre todo como persona, no solo profesionalmente. Para ser feliz, para hacer lo que te gusta, como si quieres leer libros, escribir poemas o hacer surf”, destaca.

En su caso lo tenía clarísimo porque “lo llevaba en el ADN y me metí en el fútbol de chiripa, pero resulta que estuve once años. Lo tenía claro. Yo hacía los deberes en las mesas de Elkano y esas mismas mesas eran luego las porterías. Tiendes a amar aquello que has vivido. No sabía si iba a ser ingeniero, luego llegó el fútbol, pero sí que siempre he estado ayudando en casa, en el negocio familiar”.

La figura de su padre, Pedro, ha marcado su trayectoria personal y vital. Mantener vivo el legado de su padre, fallecido en 2014 y para Aitor, “un revolucionario de la cocina”. En realidad, Arregi no dejó el fútbol por la cocina, fue al revés porque su destino estaba marcado: “En e998 le dije a mi padre que en 2002 dejaba el fútbol y volvía a casa… y aquí sigo. Pero fundamentalmente porque me gusta. Es algo más de emociones, sentimental, de ser feliz con lo que haces”.

Del fútbol apenas solo tiene espacio para seguir los resultados del Alavés, del Villarreal… de sus equipos. No hay tiempo para echarlo de menos viviendo en una dinámica en la que además de atender su negocio, estudiar tendencias, buscando el mejor producto, pronuncia conferencias sobre brasas, parrillas y pescados. “Me sumé a un espacio, el de la hostelería, que no te deja tiempo para nada, en el que hay mil batallas, del vino, del pescado, del mejor producto, del servicio… Es tan amplio y hay tanto que aprender que nunca termina. En el fútbol se aprende fundamentalmente el compromiso, ser trabajador, sobre todo si eres lateral izquierdo. El fútbol sí me ha marcado en esas enseñanzas, pero la verdad es que ahora, con la hostelería, no tengo tiempo para muchas otras cosas. Me he metido de lleno, es algo que me apasiona y es interminable”.

Aitor vuelve a recalcar la importancia de tener un ‘plan b’ en el caso de los deportistas y recuerda la labor de AFE. “Yo siempre estuve afiliado, incluso algún año después de retirarme. Y siempre han tenido ayudas para formación. Es fundamental que cada gremio esté representado para la mejora de su profesión y de sus gentes, que se pueda hablar de necesidades y también de obligaciones”, afirma para acabar su charla con ‘O11CE Metros’.

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