La Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), en su afán de lograr una mayor visibilización y reconocimiento de las futbolistas con motivo de la semana del Día Internacional de la Mujer, quiere reivindicar la brecha salarial y social que aún persiste con datos que radiografían a la mujer futbolista como profesional en el fútbol.

Con más de 15.000 afiliados y afiliadas, que cuentan contratos profesionales, AFE ha sido un referente sindical más de cuarenta años. En esta ocasión, el sindicato que cuenta con mayor representación también entre las futbolistas pretende destacar el papel de la mujer trabajadora en el deporte con la reivindicación de sus derechos y su legítima posición dentro del fútbol profesional.

Jornadas laborales

El actual panorama del deporte profesional femenino refleja una profunda desigualdad en las condiciones laborales. En el fútbol, el 80% de las jugadoras tienen contratos a tiempo parcial, muchas veces sin registro oficial y por horas, lo que las deja en una situación de precariedad e indefensión. Mientras que sólo los clubes de Liga F tienen obligación de contratar con jornada completa a sus futbolistas, en el caso de sus compañeros se impone en las tres primeras categorías del fútbol masculino.

Ante esta realidad, las denuncias públicas y las acciones ante la Inspección de Trabajo se han vuelto cada vez más frecuentes, y muchas de las futbolistas se ven obligadas a compatibilizar su carrera deportiva con otro trabajo debido a la baja retribución en categorías que no tiene el respaldo necesario al no tener la calificación profesional.

Además, el nuevo convenio colectivo de fútbol femenino, impugnado por AFE ante el Ministerio de Trabajo, deja en una situación de desprotección a las jugadoras del filial con dinámica de primer equipo que han cumplido los requisitos de participación (12 convocatorias o 10 partidos jugados). De cara a la siguiente temporada, estas futbolistas, aproximadamente un 20%, no quedarían amparadas por el convenio hasta volver a alcanzar dichos criterios, una nueva discriminación, esta vez respecto a otras jugadoras del primer equipo con contratos más estables.

Aunque el salario mínimo en la Primera División Femenina (Liga F) está fijado por convenio en 22.500 euros, la media salarial entre las futbolistas si se tiene en cuenta las demás categorías no alcanza los 17.000 euros anuales. La ausencia de un convenio colectivo que abarque otras categorías profesionales genera una desigualdad muy significativa, lo que implica una brecha salarial no sólo respecto a sus compañeros —que reciben como salario mínimo 190.000 euros en Primera División y 95.500 en Segunda —, sino también entre las propias jugadoras. Las mujeres de Primera División Femenina cobran, de media, un 88% menos que sus compañeros de la misma categoría y un 76% menos que aquellos que militan en una categoría inferior, pues el convenio de fútbol masculino, a diferencia del femenino, también califica la Segunda División como profesional.

Otras retribuciones: Plus de Antigüedad vs. Premio Antigüedad

El actual Convenio Colectivo del fútbol femenino supone un retroceso para las jugadoras en distintos conceptos retributivos. El artículo 34, que recoge el ‘Plus de antigüedad’ en sustitución al anterior ‘Premio de antigüedad’ que incluía el primer convenio colectivo, indica que el importe que le corresponde percibir a la Futbolista Profesional será de 800€ por cada una de las temporadas consecutivas completas en el Club/SAD a partir de la tercera y sucesivas. Sin embargo, y aquí viene el gran retroceso, este reconocimiento entra en vigor a partir de la actual temporada por lo que las jugadoras que hayan acumulado una antigüedad en los últimos años pierden este derecho.

Además, supone un grave perjuicio en comparación de sus compañeros, que no sólo reciben un plus de antigüedad por cada dos años de permanencia en el mismo club, sino que también se les concede el premio de antigüedad a aquellos que hayan militado seis o más temporadas en la misma entidad.

La Quiniela

Aunque tiene su origen histórico en 1946, fue dos años después, en 1948 cuando se instauró el sistema 1X2 de este juego de azar que se basa principalmente en apostar sobre los posibles resultados de los partidos de fútbol de Primera y Segunda división y por los que LALIGA recibe 20,5 millones de euros.

La inclusión permanente de partidos de la Liga F en La Quiniela es una demanda histórica de AFE que consiguió que la Ley del Deporte de 2022 modificara la Ley de regulación del juego, vigente desde 2011, que hasta entonces establecía que el dinero de la Quiniela se repartía entre las diputaciones provinciales (49,95%), LALIGA (45,5%) y la RFEF (4,55%). La nueva redacción incluyó a la Liga F como receptora de ese 45,5% junto a la competición masculina, pero sin detallar el reparto entre ambas. Si el reparto fuera equitativo, el fútbol femenino podría recibir, al menos, 10 millones de euros por temporada si se incluyeran los partidos de la competición femenina en la Quiniela.

Alcanzar este objetivo permitiría, no sólo dar mayor visibilidad a la competición, sino generar nuevos ingresos para una liga y sus futbolistas que aún enfrenta dificultades económicas. No es coherente que esta competición siga excluida de un sistema que tradicionalmente ha beneficiado al fútbol masculino cuando se incorporan, en ocasiones puntuales, también sus competiciones europeas. Mantener esta exclusión perpetúa una desigualdad que sigue presente en el deporte español y una oportunidad perdida por parte del Gobierno para reforzar la sostenibilidad del fútbol femenino.

Comisiones Mixtas

Las Comisiones Mixtas son órganos paritarios formados tanto por representantes de los clubes como de AFE en favor de los y las futbolistas, donde las jugadoras y jugadores pueden presentar reclamaciones o denuncias correspondientes a cantidades adeudadas sin coste alguno en un procedimiento rápido y ágil que permite el cobro de cantidades adeudadas por sus clubes antes de recurrir a la justicia ordinaria.

En algo tan básico como en la defensa de sus retribuciones, el fútbol español también presenta una enorme brecha. Mientras que los futbolistas pueden enviar a través del sistema correspondiente su documentación hasta del 1 de abril de cada temporada para tramitar sus reclamaciones, el convenio de fútbol femenino recoge que las jugadoras tienen tan sólo 15 días desde la firma del contrato o, en su defecto, en contratos registrados por cualquiera de los sindicatos firmantes en Liga F, dentro de los treinta días siguientes al de su firma. Fuera de ese plazo, no podrían reclamar en comisión mixta ninguna irregularidad ni deuda por parte de sus clubes, lo que incrementa la situación de indefensión de las futbolistas.

Calendario de partidos

Mientras que en el fútbol masculino el convenio indica que el calendario ha de negociarse entre LALIGA, la RFEF y AFE, en las categorías femeninas el calendario se elabora de forma unilateral por Liga F, sin que las futbolistas tengan representación alguna en la toma de decisiones sobre la distribución de los partidos.

Representatividad

La falta de una carrera profesional estable genera incertidumbre entre las futbolistas y, como consecuencia, limita su participación en otros ámbitos laborales dentro del mismo sector. Al ser una trayectoria de corta duración, encuentran una mayor dificultad para seguir vinculadas al deporte entrenadoras, directoras deportivas o directivas, afectando a su representatividad en los órganos de toma de decisiones en el fútbol.

Con esta radiografía de la mujer futbolista en nuestro país, AFE quiere reivindicar las consecuencias que tiene para las jugadoras que incrementan y potencian la brecha laboral y social a la que se enfrentan:

Baja cotización

Al no estar dadas de alta con la totalidad de la jornada, su cotización es menor y sus derechos sociales se ven mermados.

Carreras laborales cortas

La falta de estabilidad y de proyección económica limita la duración de sus trayectorias.

Incapacidades laborales

Sin garantías, una lesión puede significar el fin de una carrera deportiva sin la protección ni compensación correspondiente.

Maternidad

La inestabilidad laboral hace que muchas futbolistas renuncien a la maternidad o se enfrenten a ella en precarias condiciones para compaginarla con la práctica del fútbol profesional.